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SEGÚN DATOS DEL INDEC

Pese al relato provincial, lo cierto es que el 70% de los jóvenes formoseños viven en hogares pobres

Pese al infame relato provincial de que en Formosa no hay pobreza, de que los aumentos de sueldos superan siempre a la inflación, del ficticio crecimiento económico y las maravillas imaginarias que pintan a una Fomosalandia pujante y envidiable, lo cierto es que esas mentiras chocan de frente con los datos y estadísticas oficiales, y en los hechos ponen a Formosa al frente de los peores indicadores y liderando las más dramáticas estadísticas nacionales.

Contradiciendo brutalmente el discurso oficial, la verdad es que los datos publicados por el INDEC, ponen a Formosa (69,9%) luego de 40 años de Gobierno Justicialista, junto al Chaco (74.6%) y a San Luis (64,4%) liderando el desgarrador cuadro de contar entre su población con la mayor cantidad de niños, niñas y jóvenes menores de 17 años que viven en hogares pobres.

El dramático cuadro de pobreza en la Argentina ubica a nuestra provincia entre las tres provincias más pobres de la Argentina, con casi el 70% de chicas, chicos y adolescentes que viven en hogares pobres, porque esas familias tienen ingresos inferiores a los de una canasta básica.

Así, de los 18 millones de pobres a nivel nacional, más del 37% son menores de 17 años. Y de cada 10 chicos y jovenes de esa edad, 5 viven en hogares pobres.

Los chicos y jóvenes están en esa situación a pesar del cobro por las familias de la Asignación Universal por Hijos (AUH) que abarca a 4,3 millones de chicos y adolescentes, la tarjeta alimentaria, y otros planes sociales.

Las cifras corresponden a los microdatos del trimestre 2022 que difundió el viernes pasado el INDEC. En esa medición se incorporó a las localidades del interior de cada provincia con más de 2.000 habitantes, donde los niveles salariales y de ingresos y de precariedad e informalidad son en general superiores a los de las grandes ciudades o aglomerados.

Esos microdatos marcan que con una pobreza urbana promedio del 38,9%, los menores de 17 años son los más golpeados.

En consecuencia, sin esos planes, la indigencia y la pobreza infantil y adolescente serían bien mayores, superarían el 70%, a la vez que marcan los límites de los planes sociales.

Es que estos indicadores confirman que tiene un carácter estructural, marca una realidad presente y es un factor de reproducción de la pobreza. Porque el chico y joven que nace y se desarrolla con privaciones alimentarias, de vivienda, salud o educación tiene un futuro comprometido. Y también toda la sociedad.

El chico o adolescente pobre lo es porque sus padres lo son. Esto quiere decir que la mayoría de los chicos y adolescentes vive en hogares sostenidos por desocupados, trabajadores formales precarios o con sueldos bajos e informales, subocupados y cuentapropistas que también se desempeñan en la informalidad, sin la cobertura de la seguridad social. Todo lo cual amplía la persistencia y la dimensión de la pobreza.

Aunque los menores de 17 años sobresalen por tener la mayor proporción de pobres, también aumentó la pobreza entre los restantes grupos de edad. Ningún grupo etario pudo escapar a la pérdida de ingresos o deterioro social.