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El suicidio adolescente preocupación constante

Suicidio adolescente: tres expertos debaten sobre las razones que angustian hoy a los jóvenes

A partir de los casos que sucedieron repetidamente en la provincia, se reavivó el debate sobre la angustia y la depresión adolescente. A qué señales hay que prestar especial atención. Tres expertos analizaron el tema.

Nuevos casos de suicidios adolescentes golpean directo al corazón y reaviva el debate sobre la angustia, la ansiedad y la depresión que hoy envuelve a los adolescentes argentinos. Y claro que, a esta altura del siglo XXI, el tema se puede analizar -a pesar de las especificidades de cada caso- como un fenómeno global.

El debate no es nuevo en la Argentina, la peor noticia es que se repite. En el mundo y también en la Argentina y en nuestra Provincia, a muchos adolescentes los sobrevuela una realidad hostil. Según el último informe que dio a conocer Unicef, Posicionamiento sobre adolescencia en el país, la pobreza, la violencia en el hogar, el bullying y el trabajo infantil son algunos de los ingredientes de un contexto violento. Los chicos entre 10 y 14 años -los adolescentes tempranos- y los chicos entre los 15 y los 18 -los adolescentes tardíos- son víctimas de una actualidad turbulenta que impacta de lleno en sus vínculos y su comportamiento.

¿Por qué más a ellos? A esta edad los jóvenes viven en un estado constante de emocionalidad extrema que los lleva a sufrir todo con mayor intensidad que un adulto. "Todas las funciones ejecutivas que tiene el cerebro, que nos hacen ser quienes somos, terminan de desarrollarse a los 25 años. Entonces las emociones en los adolescentes siempre ganan, porque no hay un sistema que las frene", explicó la psicóloga y escritora Celia Antonini. "Un chico de 14 tiene más riesgos y es más impulsivo que uno de 18 o 19. La adolescencia es como un puente que une la niñez con la adultez. Cuanto más te acercas al final del puente evolutivamente, más posibilidades de control tenés".

"La pérdida del cuerpo de niño, por ejemplo, y la transformación en un adulto, la aparición de la sexualidad y la separación con los padres, que eran todopoderosos y dejan de ser percibidos como en la niñez, son las primeras angustias estructurales del adolescente", puntualizó Antonini.

"El suicidio en la adolescencia es una problemática con la que nos encontramos diariamente en la clínica. Las estadísticas mundiales demuestran que es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes", señaló Sonia Almada, directora de Aralma, y organizadora del primer congreso sobre violencia infantil. "¿Por qué un adolescente quiere morir? Es una pregunta dura que nos interpela como sociedad, desde la familia, las instituciones y el estado. ¿Dónde estábamos los adultos, quienes deberíamos velar por el bienestar y desarrollo de los adolescentes, que no pudimos escuchar el sufrimiento, el agobio y la desolación?". Pero éstos son todos los interrogantes que surgen cuando ya es tarde y un joven más manifestó su tristeza de esta manera tan extrema y dolorosa.

"Aunque desconocemos las razones y todavía no hay datos firmes que puedan aportar luz sobre el tema – solo podemos hacer hipótesis- el planeamiento previo al intento de suicidio en general se puede atribuir a distintas causas", explicó Antonini. "Puede ser un importante conflicto emocional, sostenido en el tiempo que desde el punto de vista del adolescente no tiene posibilidades de solución, el consumo de sustancias adictivas, que llevan a la alteración de la conciencia o a la presencia de un trastorno mental que tergiversa y altera las funciones cognitivas. En todos los casos, al no ser un acto impulsivo, la alteración de la conciencia es el común denominador".

Los resultados del análisis revelaron que las búsquedas en Google relacionadas con quitarse la vida sumaron entre 900.000 a 1.500.000 entre las cuales se destacaban "prevención del suicidio" (un 23%), "línea directa contra el suicidio" (un 12%) o "canciones sobre suicidio" (60%), pero también "cómo cometer suicidio" (que creció un 26%), "suicidarse" (un 18%) o "cómo matarse" (un 9%).

"Necesitamos de políticas públicas de cuidado y protección de la infancia y la adolescencia, programas de intervención que preparen a las familias, instituciones y educadores para escuchar los signos, llamados y alertas del dolor y el sufrimiento en los niños, niñas y adolescentes", indicó Almada. La anhedonia, la desesperanza, el abandono del cuidado personal, el desinterés en relaciones sociales o la inhibición para construirlas, la tristeza, la angustia y la desolación son, según la experta, algunas de las señales a las que hay que prestar atención".

"Como adultos tenemos que estar atentos y no desestimar los cambios de conducta y de humor de los adolescentes", reafirmó Celia Antonini. "Con el tema del suicidio hay un mito que tenemos que empezar a desterrar "El que lo dice, no lo hace". Las personas que cometen actos suicidas, pueden decirlo o no, de manera indistinta".

"Ningún adolescente quiere morir sino se siente totalmente desamparado y para que un adolescente se sienta desesperadamente solo, sin un referente a quién acudir, es que nadie pudo escucharlo", puntualizó Sonia Almada. "Es dejarlo en caída libre sin una sola red de contención y apoyo a quién acudir. Es un pasaje al acto, porque ya no hay otro que pueda escucharlo, es la desesperanza más cruenta en la que un ser humano puede quedar. La pérdida de la vida de un niño, niña o adolescente es responsabilidad de todos. Debemos escuchar la voz de los chicos como un ejercicio diario", aconsejó.

"Hoy la escuela está evidenciando una omisión muy marcada: no está contemplando los aspectos emocionales en la educación. Y esto no pasa sólo por una ley, pasa por implementar estrategias pedagógicas a partir, por ejemplo, de crear un programa nacional de convivencia en la escuela, que se ocupe y tramite el tema con toda la complejidad que eso implica. Pero no sigamos sólo, describiéndolo", expresó Alejandro Castro Santander, psicopedagogo y uno de los más destacados catedráticos argentinos en convivencia familiar y escolar.

Santander aclara que va mucho más allá del bullying. "Nos llenamos la boca hablando de "revolución educativa", otra vez reflexionamos sobre estos temas a partir de la tragedia de un adolescente y enseguida nos tentamos de hablar de bullying en la escuela, porque así todo suena más espectacular".

Para referirnos al tema violencia escolar vale la pena traer a la mesa del debate el concepto del doctor Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, cuando se refirió a las Inteligencias Múltiples, que básicamente tratan de reconocer todas las diversidades y los talentos que los niños y los jóvenes tienen para ofrecer. "La escuela hoy está vieja y no lo está haciendo y esto tiene un fuerte impacto luego en el comportamiento de los adolescentes".

Gardner plantea en su icónica obra "Frames of Mind", en 1983, que las personas tenemos 7 tipos de inteligencias que nos relacionan con el mundo: lingüística, lógica, musical, visual, kinestésica interpersonal e intrapersonal. Puntualizó Castro Santander: "La empatía, el alfabetismo, la asertividad, la comunicación y el desarrollo moral, basados en la impronta del concepto de Inteligencias Múltiples de Gardner son las bases para que los niños y jóvenes en la escuela reconozcan sus capacidades, se fortalezcan y no se destruyan".

Son mochilas sustanciales que hay que cargarlas en la escuela, pero con círculo virtuoso que acompañe: jóvenes interesados y conectados con ellos mismos y con los otros, docentes motivados, planes de estudios y un contexto escolar sano, pro activo y atento. Los cientistas sociales ahora hablan de las neurociencias, muy importantes, pero no estamos advirtiendo que en la escuela están faltando las bases emocionales, y si no atendemos estos déficits seguiremos describiendo problemas en vez de resolverlos.