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Sábado 19 de Abril, 2025
 
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El lamentable uso partidario del Día del Niño

Gildo Insfrán, propaganda y adoctrinamiento en las escuelas públicas

El Día del Niño, una jornada destinada a celebrar la inocencia y alegría de los más pequeños, fue una vez más distorsionada por el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, en una demostración abominable de manipulación partidaria. En lugar de brindar un gesto sincero de afecto hacia los niños, Insfrán utilizó esta fecha para inundar las escuelas públicas con militantes y dirigentes de su partido político, quienes, con una descarada falta de ética, distribuyeron juguetes que llevaban su nombre, apellido y su logo electoral. Todo con la nuestra

Lo que debería haber sido una celebración pura y desinteresada, se convirtió en un escenario de adoctrinamiento político, financiado con recursos públicos y orquestado desde las mismas instituciones que deberían proteger a los niños de cualquier tipo de influencia partidaria. Esta lamentable acción no solo es un claro ejemplo de malversación de fondos, sino también de un abuso de poder que cruza peligrosamente los límites entre el Estado y el partido en el poder.

Es grotesco como usan la inocencia infantil para perpetuar el culto a la personalidad del gobernador 

Es indignante observar cómo, en lugar de promover un ambiente de celebración y cariño hacia los más pequeños, Insfrán opta por inundar las escuelas con militantes y dirigentes del Partido Justicialista. Estos se presentan con remeras partidarias y haciendo la icónica "V" peronista, para entregar juguetes adquiridos con dinero del erario público. Lejos de ser un gesto de afecto genuino, los niños y niñas se ven involucrados en una campaña de adoctrinamiento político, convirtiéndose en instrumentos de una estrategia que busca perpetuar el culto a la personalidad del gobernador, quien gobierna con mano de hierro desde hace más de 30 años.

El gobernador, quien se llena la boca diciendo que "los únicos privilegiados son los niños", no duda en aprovecharse de la inocencia de estos y de la tolerancia de sus padres para sembrar en ellos la semilla de la lealtad partidaria. Esta estrategia no solo es moralmente reprobable, sino que también es un insulto a los principios democráticos que deberían guiar a nuestras instituciones.

 La distribución de estos juguetes en las escuelas públicas, a manos de militantes justicialistas, no solo es un acto de propaganda descarada...

En pleno siglo XXI, en una democracia que debería velar por la independencia de las instituciones y el respeto a la niñez, es inadmisible que se utilicen recursos estatales para fines tan repudiables. La distribución de estos juguetes en las escuelas públicas, a manos de militantes justicialistas, no solo es un acto de propaganda descarada, sino un peligroso cruce de límites entre el Estado y el partido en el poder.

Este tipo de acciones reflejan una alarmante falta de respeto por la infancia, que debería ser protegida de cualquier intento de manipulación política. En lugar de fomentar un desarrollo libre y sano, el gobierno de Insfrán convierte a los niños en peones de su juego de poder, perpetuando una cultura de clientelismo y sumisión.

Los niños no son votos ni instrumentos de poder; son el futuro de nuestra sociedad, y merecen crecer en un ambiente donde se les enseñe a pensar por sí mismos, libres de cualquier influencia política que intente condicionarlos desde la cuna. Es hora de que la ciudadanía y las instituciones levanten la voz contra estos abusos y exijan un respeto verdadero por la infancia y los valores democráticos.