El vuelco de la improvisada Ambulancia que dejó al descubierto la Desidia en el Oeste Formoseño
El reciente vuelco de una ambulancia en el oeste formoseño, específicamente en la localidad de El Quebracho, pone de relieve una preocupante realidad: la precariedad del sistema de salud en una región donde la asistencia médica se vuelve un verdadero lujo. La ambulancia, en este caso una camioneta cabina simple que solo contaba con una endeble carrocería trasera instalada por el gobierno, se convirtió en el escenario de un accidente que pudo haber tenido consecuencias graves.

El incidente ocurrió cuando la ambulancia transportaba a tres pacientes —una mujer y dos menores— a Ingeniero Juárez, en busca de atención médica que no podían recibir en su centro de salud local, desprovisto de profesionales y medicamentos.
Esta situación revela no solo una falta de recursos, sino un desprecio por la vida de los ciudadanos que residen en áreas rurales, donde el acceso a la salud debería ser un derecho garantizado.
Las ambulancias deben ser un símbolo de esperanza y no de riesgo
El parte oficial destaca que, a pesar de que no se registraron heridos de gravedad, el hecho pone en evidencia la ineficiencia de un sistema que obliga a los habitantes a recurrir a vehículos improvisados para satisfacer necesidades básicas de salud. La ambulancia, en su caída a una zanja a tan solo tres kilómetros del acceso a Pozo de Maza, simboliza la fragilidad de un servicio que debería ser robusto y confiable.
Las condiciones inadecuadas en las que se opera el sistema de salud en El Quebracho no son un hecho aislado; son el resultado de una gestión negligente que no prioriza la salud y seguridad de sus ciudadanos.
El estado del camino y la falta de mantenimiento del vehículo contribuyeron al siniestro. Las condiciones inadecuadas en las que se opera el sistema de salud en El Quebracho no son un hecho aislado; son el resultado de una gestión negligente que no prioriza la salud y seguridad de sus ciudadanos. En este caso, una mujer y sus hijos fueron los que pagaron las consecuencias de un sistema que parece haber olvidado su compromiso con la comunidad.
Las autoridades, lejos de ofrecer soluciones concretas, han optado por una respuesta burocrática. El accidente fue documentado por la Delegación de Policía Científica de Ingeniero Juárez, y las actuaciones judiciales ya están en marcha. Sin embargo, esto no soluciona el problema de fondo: la falta de atención y recursos en los centros de salud locales.
El hecho de que la mujer y sus hijos tuvieran que ser trasladados en una ambulancia improvisada a un centro de salud es una clara señal de que la situación es insostenible. Las ambulancias deben ser un símbolo de esperanza y no de riesgo. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuántos incidentes más deben ocurrir para que se tomen decisiones efectivas que garanticen la seguridad y bienestar de los ciudadanos de El Quebracho?
La comunidad merece respuestas, y el gobierno debe asumir la responsabilidad de brindar un servicio de salud que no solo funcione en papel, sino que esté a la altura de las necesidades de quienes viven en el oeste formoseño. La tragedia evitada en este accidente no debe ser solo una anécdota más; debe ser el punto de inflexión para un cambio necesario.