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Viernes 18 de Abril, 2025
 
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Entre la Negación y la Contradicción

De Vido respondió a Agostina Villaggi: "Doña Lola no era un Balneario, sino un lugar donde la gente se bañaba"

El doble discurso de Fernando de Vido  al defender "como funcionario" las denuncias contra la obra del Puerto Nuevo, que la empresa que "él integraba" (UTE DeVido-Consic) construyó, quedó en evidencia cuando desmintió que la zona "Doña Lola" donde construyeron el Puerto Nuevo en la boca del Riacho de Oro, "no era un Balneario habilitado, sino una zona utilizada en verano por algunas personas para ir a bañarse", o cuando admitió que "desde hace tiempo el gobierno está pensando en rehubicar el Complejo FerroPortuario".

La respuesta del ingeniero Fernando De Vido, intentando defender la cuestionada obra del Puerto Nuevo, ha dejado más dudas que certezas. En su intervención, lejos de esclarecer las serias denuncias realizadas por la diputada radical Agostina Villaggi, De Vido exhibió un discurso lleno de contradicciones, errores históricos y una evidente parcialidad que sigue el guion de la vieja política en Formosa.

El episodio comenzó cuando Villaggi denunció en la Legislatura las fallas estructurales del Puerto Nuevo, una obra inaugurada en agosto de 1987, cuando De Vido ya era funcionario y Gildo Insfrán ocupaba el cargo de vicegobernador bajo la administración de Vicente Joga . En su intento por refutar las críticas, De Vido insistió en que la ubicación del puerto era la adecuada, desestimando las observaciones técnicas y la falta de operatividad del proyecto. No obstante, sus propias palabras lo dejaron en evidencia: admitió que el Gobierno está considerando reubicar el complejo, lo que plantea la incómoda pregunta de ¿por qué mover una estructura "bien ubicada" que nunca llegó a funcionar en casi cuatro décadas?, si es que está tan bien ubicada.

Recién en las inundaciones de agosto del 2013, el gobierno provincial, promocionó qué desde el Puerto de Formosa, se cargó en una barcaza paraguaya cinco contenedores de tanino vegetal, propiedad de la firma Unitán, con destino a Singapur.

De Vido incluso cayó en un error histórico al ubicar la inauguración del puerto en la década del 70, un desliz que no pasó desapercibido. También minimizó el hecho de que la construcción se levantó sobre una zona de playa, señalando que no se trataba de un balneario oficial, sino de un área frecuentada en verano por bañistas locales. Esta defensa, por decirlo suavemente, parece una excusa pobre ante la realidad de una obra que jamás cumplió con su objetivo inicial.

La sesión legislativa en la que Villaggi presentó sus denuncias se convirtió en un verdadero escándalo, con insultos y censura abierta que terminaron en un corte abrupto de su micrófono. Villaggi, en un acto de valentía, decidió entonces ir filmar y transmitir la realidad desde el puerto para mostrar las evidentes fallas de la obra. Las imágenes expusieron una infraestructura derruida con una playa en el frente, sin conexión ferroviaria, ubicada en un banco de arena en la desembocadura del Riacho de Oro. El puerto, lejos de ser un motor de desarrollo, como lo presentaba el Ministro Jorge Ibañez en 1987, es un símbolo de la ineficiencia y el despilfarro que caracterizan la administración pública en Formosa.

 

Desde el radicalismo Villaggi viene denunciando, no solo la corrupción con la obra pública del Gobierno de Formosa, sino que durante las décadas del menemismo y el kirchnerismo borraron literalmente a Formosa del mapa ferroviario nacional y del sistema pluvial de la Hidrovía Paraná-Paraguay. 

 

En lugar de responder a estas críticas con argumentos técnicos, De Vido recurrió al ataque político. Acusó a Villaggi de montar un "show mediático" y desvió la discusión hacia cuestiones nacionales, culpando al gobierno de Mauricio Macri por la inactividad del Ramal C-25 y señalando las afinidades políticas de la diputada con los gobiernos de Macri y Javier Milei. Estas maniobras no hicieron más que desviar la atención de las verdaderas fallas estructurales y de planificación que afectan al Puerto Nuevo.

La historia del puerto, así como la defensa que hace De Vido de la misma, es un reflejo de la falta de transparencia en la gestión pública formoseña. Su doble rol como funcionario y parte de la empresa constructora De Vido-Consic en los 80, marca una de las contradicciones más notorias del relato oficialista. En un sistema donde los intereses personales se mezclan con la administración pública, las obras parecen servir más como mecanismos de acumulación para unos pocos que como verdaderos proyectos de desarrollo para la provincia.

La realidad es ineludible: si la infraestructura estaba "bien ubicada", ¿por qué nunca funcionó? Y si las críticas son tan infundadas como sostiene De Vido, ¿por qué responder con descalificaciones en lugar de hechos concretos? La defensa del ingeniero, cargada de contradicciones y errores, solo refuerza la percepción de que en Formosa, las decisiones sobre la obra pública siguen siendo oscuras y sospechosas.