Recursos públicos al servicio del culto personal y la perpetuidad política
Mientras Formosa enfrenta una crisis social alarmante, con 7 de cada 10 niños sumidos en la pobreza o la indigencia, el gobierno de Gildo Insfrán continúa con su mezquina e inescrupulosa utilización de los recursos del Estado para fines puramente partidarios. La maquinaria oficialista no escatima en despilfarros para financiar la propaganda política, sostener el esquema de clientelismo y adoctrinamiento, y consolidar su hegemonía a costa del sacrificio de los formoseños.
En una muestra descarada de cinismo, el aparato gubernamental despliega millonarios recursos en la promoción del culto a la personalidad de Insfrán, utilizando la plata de los contribuyentes para imponer su imagen en cada rincón de la provincia. Carteles, eventos, colonias de vacaciones y hasta las piletas públicas son herramientas de adoctrinamiento infantil, en las que se inculca a los más pequeños la supuesta benevolencia de un gobierno que los condena a la pobreza.
Para los municipios que no se alinean con el oficialismo NO hay recursos, pero sobran fondos para montar municipalidades paralelas, organizar operativos partidarios con herramientas del Estado, inaugurar obras en predios municipales sin la presencia del intendente ni de las autoridades comunales, financiar la incursión procelitista de intendentes vecinos y desplegar maquinaria vial para realizar trabajos comunales bajo un manto de propaganda oficialista. Pancartas, gigantografías con la cara de Gildo Insfrán, remeras y banderas del PJ adornan cada intervención, dejando en claro que la prioridad no es el bienestar de los formoseños, sino el engrandecimiento del aparato político del gobernador.
No conforme con eso, Insfrán también utiliza el dinero público para promocionar a los dirigentes de su espacio político y posicionar a los sectores internos del Partido Justicialista que le responden fielmente, consolidando una estructura que le garantiza perpetuarse en el poder. Todo este andamiaje se sostiene con fondos que deberían destinarse a salud, educación, infraestructura y asistencia social, áreas críticas que hoy se encuentran en estado de abandono.
A esto se suma la discriminación financiera y la persecución política a la que son sometidos los municipios administrados por intendentes disidentes, a quienes se les niegan recursos esenciales para el desarrollo de sus comunidades y hasta para el pago del Bono extraordinario que otorgó al resto de los municipios el Gobierno de la provincia. Esta práctica sistemática de castigo a los que piensan diferente no hace más que profundizar la desigualdad y la falta de oportunidades en una provincia ya golpeada por la inacción, la falta de transparencia, la corrupción y la ineficiencia.
El gildismo ha demostrado una vez más que no tiene límites cuando se trata de utilizar el Estado como una herramienta de perpetuación y enriquecimiento político.
Mientras las familias formoseñas luchan por llegar a fin de mes, Insfrán sigue derrochando recursos públicos en su insaciable afán de poder absoluto.
La necesidad de un cambio es urgente, y es responsabilidad de todos los formoseños exigir transparencia, justicia y el fin de este obsceno manejo de los fondos públicos.