Histórico retroceso: Por primera vez, Gildo Insfrán no arreó mujeres al Estadio Castañeda para que lo escuchen, lo aplaudan y les reparta su corazón
El día internacional de la mujer ha sido, durante años, una jornada aprovechada por el gobernador Gildo Insfrán para reafirmar su liderazgo político, utilizando los recursos públicos para movilizar a miles de mujeres desde toda la provincia y concentrarlas en el Estadio Carlos Cleto Castañeda. En un claro acto de patriarcado político, el gobernador se erigía como el único orador, relegando a las mujeres del protagonismo de la fecha y reduciéndolas al rol de "guardianas del Modelo Formoseño".

Sin embargo, este 8 de marzo marcó un punto de inflexión. Por primera vez en la historia reciente, Insfrán no organizó su tradicional acto masivo, un hecho que expone la evidente degradación de su poder de convocatoria. Atrás quedaron los días en que, con el dinero de todos los formoseños, se financiaban estos encuentros partidarios de adulación a una figura patriarcal, disfrazados de homenajes a la mujer trabajadora.
Este cambio de estrategia no es casual. Se produce luego de dos fracasos que marcaron el inicio de año para el oficialismo: el lanzamiento fallido "sin gente" de su campaña triunfal en El Colorado y la deslucida "Fiesta de la Corvina" en Herradura, que pasó de ser un evento masivo a una reunión casi secreta, sin festival, sin peces y sin público.
El contraste con los eventos organizados por Jorge Jofré en la ciudad capitalina, con la inaufuración del Balneario, la Fiesta del Río, el Mate y el Tereré, o los imponentes corsos en Las Lomitas y Laguna Yema impulsados por Atilio Basualdo y Werning, es innegable.
Lejos de los estadios repletos y las adulaciones militantes, este 8M se celebró con un modesto encuentro en el Galpón G del Paseo Costanero de la ciudad capitalina. Apenas un centenar de mujeres afines al Modelo Formoseño participaron del evento, según fuentes gubernamentales, en lo que pareciera ser un intento de salvar las apariencias tras la retirada del gobernador de la escena principal.
La gran pregunta que queda en el aire es: ¿Qué pasó? ¿Fue un reconocimiento implícito del agotamiento del relato oficialista? ¿O simplemente un táctico retroceso de Insfrán ante la caída de su poder de convocatoria? Lo cierto es que, en este 8M, la voz que más resonó en Formosa fue la del silencio del gobernador.