Gildo Insfrán interrumpe a niños de cuarto grado para lanzar ataques políticos en plena escuela pública
Lo que ocurrió en una escuela pública de Formosa, con la presencia del gobernador Gildo Insfrán, no puede ni debe ser minimizado como una mera "expresión fuera de lugar". La escena —transmitida en vivo por la Red provincial de medios públicos— mostró a un grupo de niños de cuarto grado que, con entusiasmo y orgullo, intentaban mostrar al mandatario sus conocimientos en tecnología. Sin embargo, lejos de escuchar o valorar el esfuerzo infantil, Insfrán los interrumpió para lanzar, una vez más, un discurso cargado de ataques políticos, referencias partidarias y agresiones a opositores, como el presidente Javier Milei, el productor agropecuario Pánfilo Ayala y la prensa.

Usa la educación pública para imponer un relato único, distorsionado y sectario
Una vez más, se valió de la educación pública, no para fomentar el pensamiento crítico, sino para imponer un relato único, distorsionado y sectario.
Lo hizo frente a niños que ni siquiera comprenden el contexto de sus palabras, víctimas inocentes de una maniobra comunicacional perversa que transforma un acto escolar en un auténtico mitin partidario.
La gravedad de este hecho ya excede el adoctrinamiento tradicional. Estamos ante un uso abusivo y deliberado de recursos públicos para hacer propaganda política ante una audiencia cautiva (la Comunidad Educativa). Se trata de una forma de manipulación tan burda como peligrosa, que muchos ya califican como una especie de pedofilia educativa, en la que se instrumentaliza la infancia para satisfacer intereses personales y partidarios.
Como si fuera poco, en el mismo acto, Insfrán desvió responsabilidades sobre la crisis educativa provincial y culpó a los docentes por los bajos índices de alfabetización. "No soy yo el que está frente a las aulas. Yo no tengo nada que ver", dijo el gobernador, desligándose de cualquier rendición de cuentas, mientras desde la misma tribuna su aliado político, el intendente "Yuyi" Murdoch, calificaba a periodistas de TN como "colaboracionistas nazis" y confesaba, sin pudor, que el gobierno eliminó deliberadamente la producción de algodón en la provincia.
Es vergonzoso e intolerable que las escuelas públicas sean utilizadas como unidades básicas del partido de gobierno, escenarios de culto a la personalidad y herramientas de adoctrinamiento político.
Esta práctica pervierte la educación, degrada a la docencia y vulnera los derechos de niños, niñas y adolescentes a recibir una formación libre de presiones ideológicas.
El llamado "Modelo Formoseño" demuestra con estas acciones que no tiene como prioridad garantizar una educación de calidad, sino consolidar un sistema clientelar sostenido con recursos estatales, orientado a perpetuar el poder y acallar cualquier voz disidente.
El adoctrinamiento sistemático de los estudiantes no solo impide el desarrollo del pensamiento crítico, sino que socava los cimientos de una educación democrática, pluralista e inclusiva. Se les niega a los alumnos la posibilidad de pensar por sí mismos, se los priva de herramientas para interpretar el mundo, y se los forma en la obediencia ideológica antes que en la libertad de pensamiento.
Cuando se impone una única visión como verdad absoluta, se restringe el debate, se persigue la diversidad de ideas y se anula toda posibilidad de construir una ciudadanía consciente, informada y participativa. Las escuelas deben ser espacios de formación, no trincheras políticas y menos Unidades Básicas del partido de Gobierno.
Urge liberar la educación pública formoseña del autoritarismo pedagógico y del uso partidario del sistema educativo, para garantizar el derecho de los niños a aprender sin ser utilizados como instrumentos de propaganda.