Tragedia en el Bañado La Estrella: comenzaron a morir los animales por la negativa del Gobierno de abrir las compuertas
Una tragedia ambiental y social sacude al oeste formoseño: comenzaron a morir los animales vacunos de los productores criollos y los chanchos y chivos de las comunidades originarias del Bañado La Estrella, debido al anegamiento provocado por la negativa del Gobierno provincial a abrir las compuertas de la obra hidrovial de la Ruta Provincial N° 28. La falta de respuestas por parte de las autoridades derivó en una fuerte protesta en Campo del Cielo y en un corte de ruta frente a una de las compuertas, que terminó en una brutal represión por parte de la Policía.
El conflicto estalló tras días de reclamos desesperados por parte de los pobladores, quienes denunciaban que el agua acumulada por el cierre de las compuertas comenzaba a inundar sus viviendas, arruinar sus cultivos y comenzarían a matar a sus animales. Sin respuestas del gobierno, la protesta creció en intensidad hasta convertirse en una batalla campal.
Según testigos, todo se desató cuando un originario, bajo una lluvia de balas de goma y gases lacrimógenos, atropelló con su vehículo a un cordón policial que le impedía. Este hecho provocó una violenta reacción de los efectivos policiales, que comenzaron a disparar indiscriminadamente, y desató una respuesta masiva de los manifestantes, que arrojaron piedras y ladrillos hasta hacer retroceder a la Policía, logrando finalmente instalar el corte sobre la Ruta 28.
🛑 El saldo del enfrentamiento fue dramático:
Decenas de heridos,
Policías hospitalizados,
El cacique Delfín García en grave estado,
Varios originarios heridos y trasladados a centros de salud.
La presidente de la comunidad originaria de Campo del Cielo, Juana González, fue contundente:
"No nos escuchan, nos reprimen, nos balean, y después nos quieren comprar con mercadería que bajan de las camionetas de la Policía, pero que en realidad vienen de la sede del Partido Justicialista. Es una humillación total".
Por su parte, productores criollos que también protestaban en la zona afirmaron que "las compuertas no se pueden abrir porque no funcionan, están oxidadas y abandonadas desde hace años", echando por tierra la versión oficial de que el cierre es una decisión técnica.
La indignación creció tras las declaraciones del titular de la Dirección Provincial de Vialidad, el ingeniero Javier Caffa, quien sostuvo que:
"El agua que puede pasar por las compuertas totalmente abiertas no supera el 3% del caudal que hoy está pasando por el Vertedero y no va a incidir en el escurrimiento de las aguas".
Esa afirmación provocó una ola de rechazo entre los lugareños. "Si no incide en nada, ¿por qué no las abren?", se preguntó Juana González. Mientras tanto, los animales comienzan morir y las familias originarias y criollas se ven obligadas a evacuar en medio del agua, la impotencia y la bronca.
Este episodio no solo expone la grave desatención del gobierno provincial ante una crisis humanitaria y productiva, sino también la creciente resistencia de las comunidades que, cansadas de ser ignoradas, hoy se levantan para reclamar respuestas urgentes.