Delirio oficial: para Jorge González, la culpa del caos luego del accidente en el Namqom es de Milei y la oposición
Tras un accidente fatal que dejó sin vida a un joven originario atropellado por un camión oficial, el ministro de Gobierno de Formosa responsabilizó al discurso del presidente Javier Milei y a sectores de la oposición por los saqueos, el incendio y el ataque a la comisaría.

Lo que comenzó como un trágico accidente de tránsito, terminó siendo otra muestra de la desconexión absoluta entre el Gobierno de Formosa y la realidad. En un barrio golpeado por la marginación, como el Namqom, un joven originario perdió la vida al ser embestido por un camión oficial del Gobierno provincial, que trasladaba mercadería del programa Nutrir. El cuerpo del motociclista quedó tendido sobre el asfalto durante más de dos horas, esperando una ambulancia que nunca llegó a tiempo.
La comunidad reaccionó. La bronca, mezclada con dolor e impotencia, estalló: el conductor del camión y su acompañante fueron agredidos, el vehículo oficial fue saqueado e incendiado, y la comisaría cercana fue atacada por vecinos enfurecidos.
Pero para el ministro de Gobierno y Seguridad, Jorge Abel González, el problema no fue ni el abandono estatal, ni la desidia del sistema de salud, ni la falta de contención ante una comunidad históricamente postergada. En un insólito informe público, González trazó una línea directa entre el caos de Namqom, la oposición a Insfrán y... el discurso del presidente Javier Milei.
Según el funcionario, en las inmediaciones del hecho se pudo identificar a "originarios alineados con la oposición" que habrían instigado los desmanes, "utilizando el dolor de una familia con fines políticos". No dudó en responsabilizar a la oposición local y al "discurso del odio" que, según él, baja desde Casa Rosada.
"Una lectura psicopática del conflicto", opinan referentes sociales y dirigentes opositores, que acusan al gobierno de Gildo Insfrán de "desviar el eje para evitar hablar del abandono y la represión que viven las comunidades originarias en Formosa".
Como ya es costumbre en el relato oficialista, el único perjudicado parece ser el Gobierno. No la víctima fatal, no su familia, no los vecinos que cargan con el estigma de la violencia, sino el Ejecutivo provincial... porque se perdió un camión con mercadería.
En lugar de asumir errores, investigar fallas en la atención médica o revisar la conducta policial en barrios vulnerables, el Gobierno eligió el camino del delirio: culpar a otros, incluso a quienes nada tuvieron que ver, de las consecuencias de su propia desidia.
Conclusión:
Mientras la comunidad originaria llora a un joven más abandonado por el Estado, el ministro González construye enemigos imaginarios. Y como en cada tragedia en Formosa, el relato oficial vuelve a ser el mismo: ellos nunca tienen la culpa.