
El problema de Insfrán, peronista y ultrakirchnerista, es que le queda mucho por hacer cuando ya lleva 22 años en el cargo, y otros ocho como vicegobernador de Vicente Joga. El mandato más largo en la Argentina desde el retorno a la democracia.
Insfrán no sólo acumula cinco períodos consecutivos. Con mano dura, persecución a la oposición y a la prensa, y avasallamiento de todas las instituciones, es el gobernador con más poder. Y, según innumerables fuentes, uno de los más ricos. Muchos lo comparan con un señor feudal. También es llamado patrón y dictador. Para otros, sencillamente Formosa es una provincia con dueño.
Insfran tiene a la provincia en un puño no sólo por haber reunido la suma del poder público, sino porque, reducida a su mínima expresión la actividad privada, acá todo el mundo vive del Estado. «Fue una política deliberada. Hasta hace 30 años Formosa era productivamente importante, generadora de recursos y empleos, especialmente en las zonas rurales. Era una provincia sustentable. De eso queda poco o nada. En un porcentaje absolutamente mayoritario se vive de un empleo público o de planes sociales».
De la escasa productividad hablan las cifras: el 95,5% del presupuesto es cubierto por fondos del gobierno nacional. Prácticamente no cuenta con recursos propios.
«Acá no hay trabajo ni futuro. La principal industria es la terminal de ómnibus: rajarse. Los jóvenes se van porque no consiguen empleo y escapan de la inseguridad, la corrupción y el narcotráfico».
Con una pobreza superior al 50% según estimaciones privadas, Formosa se ha convertido en el reino del asistencialismo. «En esta ciudad, de cada diez personas, siete cobran un plan social. Se ha perdido totalmente la cultura del trabajo. Si buscás alguien para arreglar una canilla, cortar el pasto o pintar, no lo encontrás». «Clientelismo político», explican en el organismo.
«La fórmula de Insfrán es haber conseguido que todos dependan de él. «De hecho, desalienta públicamente las inversiones, la llegada de empresas, porque eso generaría empleos fuera de su alcance, gente que no le debería nada. Los que viven del Estado son, para él, voto cautivo.»
Otra rareza es que no pasa día sin que Insfrán critique al presidente Macri, mientras su provincia es una de las tres que reciben más fondos del gobierno nacional.
«Esto es un feudo. Un feudo stroessnerista [por Alfredo Stroessner, 35 años dictador del Paraguay]. Detrás de un disfraz de democracia hay una dictadura».
El dominio político de Insfrán resulta abrumador. Sin dejar resquicio alguno para el disenso, maneja el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, los órganos de control (a la Defensoría del Pueblo la llaman la «Defensoría del Gobierno»), los principales medios, colegios profesionales y hasta ONG, entidades deportivas y comparsas de carnaval. El Poder Judicial está totalmente subordinado al Ejecutivo.
En 22 años no ha prosperado una sola denuncia por corrupción.
En la Legislatura, el gobierno tiene la mayoría absoluta, un órgano que funciona como extensión del Poder Ejecutivo. La realidad de la Legislatura parece responder a una ficción guionada para ridiculizar la existencia de uno de las instituciones fundamentales del Estado.
«Insfrán sabe todo lo que pasa, no se le escapa nada». «Es muy difícil ser oposición en una provincia en la que no hay estamentos del Estado ni de la actividad privada que escapen al control del gobierno.
Miedo es una palabra que se repite una y otra vez: miedo a hablar, a perder el trabajo, a reprimendas.
«Impera un sistema de dominación, un Estado policíaco. «Pero el mayor triunfo de Insfrán es cultural: la autocensura. Porque ante la menor crítica te acusan de antiformoseño. Al lado de Insfrán, los Kirchner son chicos de pañales.»
La hegemonía del gobernador va de la mano del culto a su personalidad. En rutas y centros urbanos, los únicos carteles políticos que se distinguen son los de Insfrán. Casi todos los medios importantes, en prensa gráfica, radio y televisión, responden al mandatario y se dedican a amplificar sus mensajes, decisiones y actos, etc, etc.

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